Monday, June 11, 2007

Una Virreyna Correntina.

DiarioEpoca :
Opinion Por Francisco J. Scaramellini Guerrero (*) 14/10/2003

Una virreyna correntina Texto leído por el autor durante el acto de su incorporación a la Junta de Historia de Corrientes llevado a cabo en el Museo Histórico de nuestra ciudad. Hace muchos años, leyendo un “Diccionario Histórico” que me regalaran mis padres, tropecé con un nombre que me era desconocido, el de una correntina llamada Juana María de Pereyra, la que aún hoy es muy poco nombrada y menos conocida. La historia nacional no deja de citar a mujeres criollas, esto es hijas o descendientes de españoles, frecuentemente con algunas gotas de sangre india, que por su matrimonio se convirtieron en primeras damas de aquellos grandes dominios españoles que fueran los Virreynatos. Doña Ana de Azcuénaga y Basavilbaso, nacida en Buenos Aires, hija de un fuerte comerciante vizcaíno y de una dama porteña, fue Gobernadora de Montevideo y Virreyna del Río de la Plata por su matrimonio con don Antonio de Olaguer Feliú y Heredia, un militar español que como representante del Rey de España gobernara los vastos dominios del sur de la América latina. La primera esposa del Virrey Sobremonte fue doña Juana María de Larrazábal, de vieja raigambre criolla, también nacida en el puerto de Buenos Aires, y cuya genealogía ha sido vastamente estudiada, remontándose sus ascendientes hasta la misma Ursula de Irala, hija del Gobernador del Paraguay y una india guaraní llamada Leonor Mokirasé. Don Arturo de Carranza se ocupó de estudiar la ascendencia guaranítica de esta señora, que se encontraba emparentada con familias coloniales de renombre, tales como los Labayén, los Avellaneda, los Rubio, los López Osornio y el dictador Juan Manuel de Rosas. Y su progenie se desparramó por ambos mundos, siendo uno de sus descendientes Antonio Primo de Ribera. Del mismo tronco de Irala descienden familias correntinas, tales como los Martínez, como lo señala en su obra el historiador don Wenceslao Domínguez. La segunda esposa de don Santiago de Liniers fue también porteña y por su matrimonio le cupo a doña Martina de Sarratea ser Virreina del Río de la Plata y Condesa de Buenos Aires, también con descendientes en ambas márgenes del Atlántico. Los santafesinos recuerdan también a una Virreina, doña Rafaela Francisca de Vera y Mujica, señora criolla que fuera segunda esposa del Virrey don Joaquín del Pino. En Santa Fe se mantiene presente el recuerdo de esta hija de la tierra y aún se ha dado en llamar a una vieja casa, felizmente conservada, la Casa de la Virreina. Esta mujer, conocida en Buenos Aires como “La Virreina Vieja”, fue la suegra de don Bernardino Rivadavia. Recientemente he leído en el Diario “La Nación”, que el retablo de la Iglesia del Pilar de Buenos Aires, donde se hallan sepultados miembros de la familia del Pino, ha sido restaurado por la fundación española que lleva el nombre del Ingeniero Rafael del Pino y Moreno, su descendiente, que a los 86 años estuvo presente en la inauguración de las obras. Nosotros en cambio no guardamos recuerdo ni recuerdos de doña Juana María de Pereyra. No han quedado en Corrientes rastros de su paso por esta tierra que la vio nacer. Y su memoria prácticamente se ha perdido. Sólo recuerdo que el Dr. Fernando Díaz Ulloque, durante su desempeño como Presidente del Jockey Club de Corrientes puso el nombre de “Salón de la Virreina” a una de las salas de la sede social. También la nombró en su libro “Como yo las conocí”. ¿Y quién fue esta doña Juana María de Pereyra que hoy motiva esta exposición? Como ya lo tengo dicho una señora nacida en Corrientes, una niña que creció en la humilde ciudad de San Juan de Vera, probablemente en una casa de galería (o de corredor, como se las llamaba con más frecuencia) o bien en una casona solariega de tres patios, llegó a altos destinos. Es evidente que esa muchacha creció bajo el sol correntino, olió como nosotros, cada vez menos, olemos los jazmines y los azahares y disfrutó de la vista y la frescura del gran río por el cual le llegara el amor y por donde partiera a sus grandes destinos. También fue en Corrientes donde doña Juana adquirió sus primeros conocimientos y su gusto refinado, que como veremos luego, la caracterizaron. Tuve la suerte de tener en mis manos un viejo libro, escrito por el Dr. Raúl Molina, caratulado “Hernandarias, el Hijo de la Tierra”. Y allí hallé referencias de la correntina que ocupó tan altos sitiales en la sociedad colonial hispanoamericana. No sé el año de su nacimiento, pero sin lugar a dudas fue este en Corrientes. Sus padres, el Capitán don Juan Antonio Pereyra de los Cobos, porteño y su madre doña Ana González de Peralta, una correntina bautizada en 1713, contrajeron matrimonio en la iglesia matriz de nuestra ciudad el 22 de julio de 1726. Esto nos permite ubicar el nacimiento de doña Juana en la década siguiente, esto es entre 1727 y 1737 aproximadamente. Sus abuelos paternos fueron don Juan Antonio Pereyra y doña Antonia de los Cobos y Meneses, presumiblemente vecinos del puerto de Buenos Aires. Sus abuelos maternos fueron ambos correntinos. El abuelo se llamó don Sebastián González de Alderete y nació aquí el 22 de abril de 1681 y se casó con doña Ignacia de Basualdo y Cabral de Alpoim, nieta del célebre Maestre del Campo don Manuel Cabral de Melo y Alpoim, cuyo nombre ostenta el Museo Histórico que hoy nos cobija. Don Sebastián González de Alderete y en esto sigo al genealogista don Raúl Molina ya citado, era hijo legítimo de don Antonio González de Alderete y Velazco y de doña Ana de Peralta y nieto del capitán asunceño Domingo de Peralta, que al avecindarse en Corrientes injertó a nuestra ciudad la sangre de Hernandarias, formando su hogar en 1649 con la correntina doña Isabel Maciel y de la Cueva, perteneciente a la familia principal de la ciudad. Permítaseme prolongarme en el aspecto genealógico, pero es interesante destacar que el referido Domingo de Peralta era descendiente legítimo del Gobernador Hernando Arias de Saavedra. Si bien se ignora el nombre del hijo o hija de este personaje que fuera abuelo de don Domingo , tengo muy seguras referencias que ello fue acreditado por éste en una información sumaria que obra en el Archivo General de la Nación, Carpeta C.Leg.16. En cuanto a la documentación que avala todo lo expuesto precedentemente respecto al linaje de doña Juana María, ello surge de documentación que se encontraba en poder del Dr. Raúl de Labougle, consistente en la “ Probanza a pedido de doña Juana María Pereyra en 1788 ante el Dr. Don Francisco Xavier Dicido de Zamudio, entonces rector de la iglesia de Nuestra Sra. de la Piedad de Buenos Aires”. Doña Juana María de Pereyra se casó en Buenos Aires con el marino español don Manuel Antonio de Flores Maldonado y Angulo, oriundo de Salamanca, según unos y de Sevilla según otros datos, nacido en el primer tercio del siglo XVIII. Siendo éste guardiamarina había llegado al Río de la Plata con la comisión encargada de demarcar los límites entre los dominios de España y Portugal, comisión encabezada por el marqués de Valdelirios. Designado su esposo como General de la Armada, fue después nombrado Virrey de la Nueva Granada y Presidente de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá y allí fue con el Doña Juana, cumpliendo con acertada fineza sus funciones virreinales. Don Manuel Antonio de Flores asumió este Virreynato el 26 de agosto de 1775 y se desempeñó en tal cargo por más de once años. Posteriormente fue luego designado Virrey de México, cargo que ejerció desde el 8 de mayo de 1787 al 16 de agosto de 1790. Allí la virreina correntina se distinguió por sus condiciones poéticas y su gusto exquisito. La azotea del palacio donde residía en la ciudad de México fue convertida por ella en observatorio astronómico y su salón fue centro de reuniones artísticas y científicas, brillando en el mismo escenario social y cultural donde antes lo hiciera Sor Juana Inés de la Cruz. Cabe destacar que todo lo expresado nos habla del nivel de educación y fineza que alcanzaron algunas familias en nuestro medio en la época de la dominación hispana y que no se limitó a los varones, sino alcanzó también a mujeres del periodo colonial. En cuanto a su esposo, también dejó como legado obras publicadas tales como “Prevenciones para los Correos que se dirigen al Río de la Plata y su regreso a España”, “Relación de los trabajos hechos por comisarios en la tercera partida de límites entre España y Portugal en América” así como una “Carta de Don Manuel Flores a B. De Arriaga sobre el temporal que sufrió la flota de América en el año 1766”. Terminada su gestión virreinal, Flores y su esposa se radicaron en España, donde el primero recibió muestras del real afecto, siendo designado Capitán de la Armada. Así como no sabemos la fecha en que nació Doña Juana, tampoco conozco ni el lugar ni el momento de su fallecimiento. Suponemos que fue en España, pues allí murió su marido, concretamente en Madrid el año de 1799. Es evidente que todos estos datos constituyen sólo una reseña de la vida de la virreina correntina y que es de esperar que de nuestro estudio e investigación posteriores surjan nuevos elementos que enriquezcan la biografía esbozada. (*Miembro de Número de la Junta de Historia de la Provincia de Corrientes y del Instituto de Ciencias Genealógicas de Corrientes ) © Diario Época - H.Yrigoyen 835 - Corrientes - Argentina

1 comment:

Aída Martínez said...

La virreyna Juana Maria de Pereyra dejo en Santa fé la fama de mujer culta, poetisa y bailarina, quien organizaba en palacio veladas literarias con musica. Su permanencia breve y las vicisitudes politicas del gobierno de Flórez han contribuido a que su nombre este un tanto borrdo. Criolla muy interesante!