Monday, June 11, 2007

Gen-Corrientes. "Gobernador Ferré".

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Lunes 11 de Junio de 2007

Verdaderamente aquellos pueblos eran dignos de la compasión de un gobierno, cuya conducta nivelada por los principios de la moderación...no podía ser indiferente a la desgracia de esos infieles, que a la vez no han tenido una parte tan activa en los hechos de los otros...”
Ferré, Memorias, al fundamentar la incorporación de San Miguel y Loreto a Corrientes La “Enfiteusis” o Alquiler de las Tierras Fiscales Esta ley, dictada en Corrientes en julio de 1830, en tiempos de Pedro Dionisio Cabral, prohibía la venta de terrenos fiscales y autorizaba al Poder Ejecutivo provincial a entregarlos en enfiteusis. Durante el 2° gobierno de Pedro Ferré, en abril de 1831, se amplió la misma, otorgando un plazo de 50 años de vigencia del sistema, con una retasación del terreno a los 25 años.
Los enfiteutas debían pagar un cánon anual del 2 % del valor del campo, pudiendo vender, donar y traspasar sus acciones. Con esta ley se estimuló la regularización de las posesiones que existían de hecho. Para el caso de los ocupantes de terrenos en Misiones, la ley les dio carácter jurídico a su ocupación.
Sirvió también para incentivar y favorecer el asentamiento de pobladores no residentes en la provincia. Por esta razón, la gran mayoría de los hacendados al norte del Aguapey fueron de origen brasileño, asentados desde 1850.
La Venta de Misiones en 1825 Félix de Aguirre asoció a corregidores de los cabildos de La Cruz y Santo Tomé para efectuar la venta de toda la franja occidental de la actual provincia de Misiones y nordeste de Corrientes, a Blas Despouy. El primer compromiso fue realizado en San Roquito el 3 de noviembre de 1825. Se trataba de una extensión de 62.500 hectáreas. Despouy pagaría por éstas, 1460 varas de algodón, 114 ponchos, 165 pañuelos, 50 azadas, 30 hachas y 70 yeguas. En 1826 se realiza un nuevo arreglo por una superficie mucho mayor. Eran 890.000 hectáreas que se concedían a Despouy para cancelar una deuda que tenía Aguirre con él. La ocupación correntina del territorio invalidó dicho compromiso de venta. Glosario Enfiteusis: cesión temporaria del dominio útil de un terreno, generalmente fiscal, mediante el pago anual de un cánon. Se realizaba mediante un contrato. Cánon: precio de un arrendamiento. Empezé a recibir partes (...) de que el territorio que media entre el Aguapey y Uruguay, se veían gentes armadas, pero que no podían saber de donde eran. Mandé al Mayor don Genaro Verón con cien hombres a recorrer esos grupos...con instrucciones de que si eran brasileños les hiciese conocer que aquellos territorios eran de Corrientes y que ellos no debían transitarlo...Que si eran indios...de los sublevados en Bella Unión, los batieran y que si eran paraguayos guardaran con ellos la mejor armonía...” Ferré, Memorias, 1832. El Corregidor de la Villa de San Miguel y demas individuos del Cabildo nos ponemos ante la justificacion de V.S. proponiendo que por hallarnos desamparados e indefensos sin tener mas una raiz o fundamento de donde dependa nuestra prosperidad y sosiego perpetuo, recurrimos a la generosa benevolencia de ese Gobierno con el fin y deseo de agregarnos bajo la compasiva proteccion de ese Gobierno con el fin de asegurarnos la felicidad y tranquilidad publica a estos hijos desgraciados de Misiones...y esperamos la caridad, por ser una de las provincias mas hermana a esta....” San Miguel, septiembre 15 de 1827, Corregidor José Ramón Irá al gobernador de Corrientes, Pedro Ferré.
Pedro Ferré: Su Política Poblacional Considerado la máxima figura de la historia correntina del siglo XIX, Ferré nació en Corrientes en 1788. Fue gobernador de esa provincia en tres oportunidades, entre 1824 y 1828; entre 1830 y 1833 y desde 1839 hasta 1842. Por sus notables éxitos militares en épocas políticas difíciles, fue propuesto para una cuarta gobernación, la cual rehusó, aunque siguió muy de cerca los acontecimientos posteriores a sus mandatos. Su política poblacional fue brillante. Proyectó y fundó varios pueblos desde su función de cabildante primero y como gobernador, luego. Caá Catí en 1822, Bella Vista, en 1826, Empedrado en 1827 y Paso de Higos (Monte Caseros), Pay Ubre (Mercedes) y Sauce, entre 1828-1830, nacieron bajo su influjo. En 1830, con una hábil estrategia incorporó el casi baldío territorio misionero a Corrientes. Con Ferré, la provincia correntina amplió sus fronteras hasta los actuales límites, con excepción del norte del Aguapey, que quedó en poder paraguayo hasta después de la guerra de la Triple Alianza.
Desde que los naturales de Misiones obtuvieron su libertad, quisieron distinguir la época de la independencia, adoptando el sistema de destruir en vez de edificar. El peso de las cadenas que habían arrastrado por espacio de más de dos siglos los había reducido a tal extremo de degradación que, cuando se vieron libres de ellas, pasaron luego al exceso de una licencia sin límites...” Ferré, Memorias.
Manifiesto sobre asuntos de Misiones.
Plano con las principales operaciones militares de Pedro Ferré en la época de la organización del estado provincial de Corrientes. (En “Memorias”, de Ferré). Corrientes ocupa los territorios de las misiones meridionales 1830 Mientras que los misioneros orientales, concentrados en la aldea de Santa Rosa de la Bella Unión, a orillas del Quareim, empezaban su dispersión obligada hacia el interior de la Banda Oriental, fundando nuevos pueblos o se incorporaban a los ya existentes en Entre Ríos, el gobernador correntino, Pedro Ferré anexaba a su territorio el área misionera desde el Aguapey al sur. El conjunto de pueblos fundados por la Compañía de Jesús que habían conformado la región más organizada y densamente poblada de todo el territorio rioplatense hasta fines del siglo XVIII terminaba de fracturarse con la ocupación correntina. En 1801 se habían perdido a manos de los luso-brasileños los Siete Pueblos orientales. La Revolución de Mayo había desprendido los pueblos al occidente del Paraná, al independizarse el Paraguay. Este estado ampliaría su conquista hasta las márgenes del Aguapey. Los guaraní-misioneros de la otrora pujante Provincia Jesuítica del Paraguay conservaban autonomía sólo en el limitado espacio entre el Aguapey y el Miriñay, con su frontera en el Uruguay. Pero ese espacio era ocupado por bandas de familias errantes, residuos de las tantas luchas a las que fueron sometidos los bravos guaraníes en el período posterior al movimiento revolucionario de Mayo. Pueblos construidos provisoriamente, –más bien campamentos– como San Roquito, o Asunción del Cambay, ubicados en zonas alejadas de lugares conflictivos y amparados por la geografía se constituían en momentáneas residencias de comandantes o gobernadores de dudosa autoridad. Sólo se luchaba por conservar la autonomía. Pero esa frágil estructura no podía permanecer así mucho tiempo más. En algún momento la provincia guaranítica de Misiones habría de sucumbir ante algunos de los estados que disputaban su dominio: Paraguay, Rio Grande do Sul, Entre Ríos o Corrientes. Y fue esta última la que ganó la pulseada, aprovechando la coyuntura político-militar de fines de la década de 1820 y merced a la rápida decisión de su gobernador, Pedro Ferré, un notable estadista. Para conseguir sus fines, Ferré había aprovechado tres circunstancias: los pedidos de protección e incorporación a Corrientes formalizados por los cabildos de San Miguel, Loreto y San Roquito, en 1823; la grave anarquía en la que habían caído los escasos poblados misioneros existentes a fines de la década de 1820 y la presencia del Ejército del Norte en el territorio de Misiones debido a la guerra con el Brasil. Estas tres situaciones jugaron en favor de Corrientes, para el dominio sobre Misiones. Anexión de los pueblos misioneros a Corrientes La endeble y efímera República Entrerriana, fundada por Francisco Ramírez en 1820, a imitación de la Liga de los Pueblos Libres de Artigas, desapareció junto con la muerte de su líder, en enero de 1822. Durante ese período, Corrientes y Misiones habían perdido su jerarquía de provincias, transformados en simples departamentos o comandancias militares. Corrientes recuperó inmediatamente su autonomía, no así Misiones que no logró restaurar sus formás políticas, a pesar de los esfuerzos de quien quedara al mando del territorio, el mestizo Félix de Aguirre. Con el Tratado del Cuadrilátero, Aguirre pactaría con Entre Ríos la dependencia de su territorio en 1823. Aquel caos llevó al cabildo de San Roquito, que oficiara de capital del departamento de Misiones durante la República Entrerriana, a solicitar su anexión a Corrientes, cuyos cabildantes en nota dirigida al gobernador correntino, aludían que “en reunion general para tratar sobre nuestra suerte venidera, en virtud de hallarnos sin proteccion alguna por no haber Autoridad ni Gefe reconocido en Misiones de donde hemos dependido, por lo que nos consideramos huerfanos y libres de las obligaciones (...) y debiendo unirnos y vivir en sociedad con otros pueblos para poder sobrevivir (...) hemos resuelto todos decididamente por un convenio general unirnos a la Provincia de Corrientes, sugetarnos a su gobierno superior y estar obedientes a las leyes queriendo vivir en union con nuestros hermanos los Correntinos y componer una sola familia...”. La rápida protesta de Aguirre ante los gobiernos de Santa Fe y Entre Ríos evitó que esta incorporación se formalizara. Pero quedaba como antecedente para que Corrientes en un futuro fundamentara su presencia en Misiones. San Miguel y Loreto en dos oportunidades, en 1822 y 1826 realizarán similar pedido al gobierno correntino. La guerra con el Brasil, dejaría para más adelante la decisión de estas cuestiones. Anarquía en Misiones La guerra con el Brasil había llevado a la actuación conjunta de fuerzas bonaerenses, correntinas, entrerrianas y misioneras. Las tropas de Corrientes se habían acantonado sobre el río Uruguay, para la defensa del mismo, mientras Félix de Aguirre, al mando de las fuerzas misioneras acompañaba a Lavalleja en territorio oriental. En noviembre de 1826 los valientes guaraníes eran derrotados en el Paso del Rosario, dispersándose la tropa. Un mes después de aquella acción se efectivizaba el aludido pedido de incorporación de San Miguel y Loreto a Corrientes. Ello motivó el envío de fuerzas por parte de Ferré a Loreto, San Miguel y San Roquito. Aguirre que se encontraba reuniendo sus fuerzas en Mandisoví fue apresado por Mariano Aulestia, uno de los jefes del grupo misionero de San Roquito. Destituído Aguirre, el 14 de enero de 1827, los principales caciques guaraníes nombraron como nuevo gobernador a Mariano Aulestia, quien se sujetó totalmente al gobierno de Corrientes. Esta actitud provocó la reacción de otros oficiales guaraníes, como el sargento mayor Agustín Cumandiyú y el propio Gaspar Tacuabé, desde Mandisoví, quienes apoyaron una revuelta en contra de Aulestia. Esta situación llevó al gobierno correntino a tomar definitiva intervención en la anarquía misionera. El 28 de agosto, Ferré informaba al Congreso provincial que, “para afianzar por todos los medios posibles la seguridad y tranquilidad de la Provincia, ante la tan dolorosa insurrección acaecida nuevamente en Misiones, (...) he hecho aprestar una fuerza de cuatrocientos hombres bien armados y municionados...”. A principios de noviembre, las tropas correntinas ingresaron a San Roquito, dispersándose sus pobladores y sus principales caudillos. Aguirre, nuevamente en escena, y Cumandiyú enfrentaron a las fuerzas correntinas el 12 de noviembre de 1827, a orillas del arroyo Cambay. La batalla continuó pocos días después en Tuyuné, triunfando dificultosamente las tropas de Ferré. Los derrotados se refugiaron en Mandisoví y desde allí pasaron a la Banda Oriental. El territorio de la provincia guaranítica de Misiones quedó así ocupado por Corrientes. El 19 de abril de 1830 el estado correntino se aseguró el dominio de la región a partir de un pacto con los misioneros reunidos en La Cruz. En dicho tratado, que constaba de siete artículos, se manifestaba que: “Los individuos que componen un resto de las misiones residentes en las ruinas del antiguo pueblo de La Cruz, en uso de su libertad y deseando formar parte de la provincia correntina, se someten a la autoridad que emana de las leyes que rigen en la provincia de Corrientes.” A partir de allí el gobierno de Corrientes empezó a expedir títulos en enfiteusis en el área incorporada. Bastó sólo una década para que un centenar de hacendados ocupasen las fértiles praderas y las más importantes rinconadas desde el Aguapey al Miriñay. Esa ley, que legalizaba el dominio de los pobladores de la región incorporada, fue complementada por otra, referida a los nuevos límites de la provincia, del 1° de septiembre de 1832. En la misma, la Sala de Representantes de Corrientes aprobaba como límites los que ya había decretado el Director Supremo, Gervasio Antonio de Posadas en 1814, es decir “el río Paraná al oeste y norte hasta la línea divisoria de los dominios portugueses (...) el Uruguay al este, y al sur una línea imaginaria desde las nacientes del Mocoretá hasta el arroyo Curuzú Cuatiá...”. Quedaba así Misiones definitivamente integrada a la provincia de Corrientes. El norte del Aguapey quedaría aún tres décadas más en poder del Paraguay. El plan colonizador de Corrientes en Misiones Al finalizar la guerra con el Brasil, Corrientes era la provincia con mayor estabilidad institucional y política de todo el Litoral. Sobre esta base, dos grandes estadistas, Pedro Dionisio Cabral y Pedro Ferré iniciaron un ordenado plan de poblamiento de las regiones baldías de la provincia. Así se fueron expandiendo las fronteras interiores a través de frentes pioneros ganaderos que formalizaron una ocupación efectiva del espacio merced al facilitamiento de títulos otorgados por el gobierno provincial. La concentración de hacendados, trajo, como consecuencia, la fundación de nuevos pueblos. Surgieron así, entre 1828 y 1832, los pueblos de Pay Ubre (Mercedes), Paso de Higos (Monte Caseros) y Sauce, en puntos estratégicos de la provincia, cercanos a la única población correntina existente hasta entonces, Curuzú Cuatiá. Este poblamiento estuvo asegurado por una nueva legislación de tierras, que brindó garantías a los propietarios. Para el caso de las tierras misioneras, Ferré reinstauró el hispánico sistema de enfiteusis, a través de una ley provincial del 3 de julio de 1830. La idea era arrendar esos terrenos, que el Fisco no podía vender por no haberse reconocido por el gobierno nacional el patrimonio correntino de esa área. Recién en 1860 esas estancias serían vendidas mediante subasta pública. La ley de enfiteusis La ley de enfiteusis de julio de 1830, permitió la legalización de los terrenos ocupados por Corrientes en Misiones. Por medio de la misma, se citaba a los denunciantes de terrenos fiscales en esa área a presentarse “dentro de los seis meses a partir de su denuncia” ante el Gobierno provincial para legalizar su asentamiento. En caso de no hacerlo, la ley aclaraba que los ocupantes quedarían prescriptos y su propiedad disponible para su arriendo por parte del Fisco. El otorgamiento en enfiteusis implicaba el pago de un cánon anual de un tres por ciento sobre el valor fiscal de la propiedad. Pero esta ley estuvo llena de irregularidades, pues la mayoría de los primeros denunciantes, en el período 1830-1840 fueron reconocidas personalidades del gobierno, que estaban exentos del pago “por los servicios prestados al Gobierno”. Por otro lado, hay suficiente información comprobatoria sobre la falta de continuidad en los pagos del cánon respectivo. A pesar de ello, cuando se otorgan, desde 1860, títulos definitivos de propiedad, son beneficiarios los mismos enfiteutas que poblaban la región misionera desde 1830. Un minucioso trabajo en los archivos catastrales de Corrientes, nos ha permitido confeccionar mapas que muestran la evolución de la ocupación espacial correntina del área. Los primeros habitantes se afincaron a orillas de los principales ríos y arroyos, por sus pastos blandos, aguadas permanentes y porque los tributarios de estos cursos de agua concentraban el ganado evitando su dispersión. Un importante número de estos primeros pobladores estuvo constituido por autoridades políticas, religiosas y militares, eximidos del cánon enfitéutico. Muchos de ellos no residían en el lugar, dejando al cuidado de sus posesiones a personas de su confianza. Otros, como el padre Ponce de León, de trascendente actividad pastoral en el sudeste de Corrientes, vivían en esas estancias permanentemente. Este sacerdote atendía los nuevos templos de Pay Ubre, Sauce y el de Curuzú Cuatiá. La inmensa rinconada que forma el Miriñay en su desembocadura con el Uruguay, fue poblada en apenas un lustro, entre 1830 y 1835 por una veintena de hacendados, la mayoría provenientes de Curuzú Cuatiá. El impulso poblador se frenó hacia fines de la década de 1830, debido a las guerras civiles del Litoral y a las invasiones de paraguayos, que se reiteraron a partir de 1843, llegando hasta La Cruz. En la década de 1850 la ocupación de estancias cobra nuevo impulso, frente a la favorable coyuntura política de la Organización Nacional. En los mapas se observa el proceso de ocupación del espacio en ambos períodos. Nuevos pueblos, como Restauración (Paso de los Libres), Alvear y la reedificación de Santo Tomé, permitieron un afianzamiento de aquel proceso ocupacional. Tensión en la frontera con el Paraguay La expansión fronteriza de Corrientes hacia el río Uruguay provocó tensiones con el estado paraguayo que desarrollaba su comercio entre Itapúa y San Borja. Corrientes desafiaba la presencia paraguaya al norte del Aguapey. Durante la Guerra Cisplatina, el gobierno de Buenos Aires había incentivado al de Corrientes a repeler las intenciones comerciales paraguayas. Pero las hostilidades se empezaron a hacer efectivas a partir de la década de 1830. Un curioso episodio motivó el agravamiento de las tensiones: Buenos Aires intentó recuperar el norte del Aguapey a través de un intento de venta de tierras en esa zona a inversores británicos para colonizarlas. El dictador Francia respondió inmediatamente que “las tierras entre el Aguapey y el Uruguay pertenecen al Paraguay y no a Buenos Aires que durante los últimos veinte años no ha pensado en ellas. Está claro que Buenos Aires quiere vender estas tierras a estos Ingleses para impedir y cortar el comercio brasileño con el Paraguay...”. La colonización británica nunca se efectivizó, pero el gobierno paraguayo quedó atento a las intenciones porteñas. Mientras tanto, Corrientes materializaba su acuerdo con La Cruz, ampliando sus fronteras hasta el Uruguay. En 1832 una serie de escaramuzas pusieron al borde de una guerra a ambos estados. Corrientes ocupó en rápida acción la Tranquera de Loreto, llegando hasta la misma Candelaria, en septiembre de 1832, sin oposición de las fuerzas paraguayas. Recuperada para Corrientes esa región misionera, su gobierno planificó la industrialización de la yerba mate, invitando a aquellos comerciantes que quisiesen extraer yerba lo hicieron mediante contratos con el estado correntino. Éste se reservaba la explotación de los yerbales hortenses, cercanos a los pueblos en ruinas. Al mismo tiempo, Ferré creó una Receptoría en la Tranquera de Loreto, cobrando impuestos a quienes ingresaban a Itapúa por aquel corredor. Del mismo modo, ocupado el puerto Hormiguero, Corrientes instaló allí otra Receptoría para el manejo comercial con el Brasil. A pesar del entusiasmo manifestado por Buenos Aires ante la audaz empresa correntina, no contribuyeron a apoyarla militarmente. Por ello, hacia mediados de 1834, reorganizadas las tropas paraguayas, ingresaron en las Misiones, territorio que fue rápidamente abandonado por Corrientes, sin capacidad de defensa. El Paraguay recuperó así su dominio en las Misiones septentrionales, el comercio con el Brasil cobró nuevo impulso y la ruta entre San Borja e Itapúa fue fortalecida con la instalación de nuevos puestos militares. No obstante, Francia impulsó la creación de una ruta alternativa por San Nicolás, más segura y alejada del territorio correntino. A partir de allí, el Paraguay afianzó su presencia en las Misiones del norte, área que cobró especial interés en la política de Francia, por ser el único canal en el comercio exterior de su país. Recién hacia la década de 1850, cuando la Organización Nacional se puso en marcha en la Argentina, se liberó al Paraguay del bloqueo impuesto sobre el Paraná y la “ruta por Misiones” perdió su sentido. Fue entonces cuando, lentamente, los frentes ganaderos correntinos fueron ocupando el espacio al norte del Aguapey. Después de la guerra de la Triple Alianza, esa región quedó en poder de aquel gobierno. Mientras tanto, los primeros habitantes de las Misiones ya se hallaban completamente mestizados. El hombre primitivo misionero Los Avá y su modo de vida América en la visión de los europeos La ocupación de la región misionera Hacia las fronteras Mbororé, gloria de los misioneros y escarmiento de los bandeirantes Sociedad, producción y consumo en las reducciones El amabmaé y el tupambaé, dos modos de trabajar y producir Gobierno y administración de los pueblos jesuíticos Vivir en una reducción La Guerra guaranítica La rebelión guaraní La expresión de la cultura en las reducciones El urbanismo jesuítico-guaraní La edificación de una reducción Los caminos recorridos por el guaraní El fin de la obra misional: la expulsión La decadencia de los pueblos guaraníes posjesuíticos El Yapeyú de Don Juan de San Martín De los pueblos misioneros a centros productivos Se quiebra la unidad La revolución en las misiones El reglamento de Belgrano La revolución se internacionaliza –El avance e luso-brasileño sobre las misiones occidenales- José Artigas –Teniente Gobernador- Andrés Artigas, Comandante General de Misiones Andrés Guaucurí, Artigas, y el intento de recuperación de los siete pueblos Andrés Artigas, sus últimas campañas Los sucesores de Andresito en Misiones Misiones bajo el dominio paraguayo Misiones, la ruta comercial del Paraguay La dispersión final Corrientes ocupa los territorios de las misiones meridionales Los guaraníes misioneros, un destino de integración social La herencia secular Bibliografía Fuentes documentales Los Autores Agradecimientos Contactenos vía e-mail: webmaster@herenciamisionera.com.ar 1999-2005 - TerritorioDigital.com. 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